lunes, 5 de mayo de 2008

EL DISCURSO.

Me dirijo a vosotros,
para poder preveniros,
de un acontecimiento,
que cambiará vuestro destino.
No es ningún crimen,
ni se trata de un castigo,
están a favor los dioses,
y no es ningún delito.
Escucharé vuestras voces,
trazareís un camino,
no se trata de una broma,
es vuestro destino.
Así quiere vuestros corazones,
para alejaros del mal camino,
no existen razones,
es para vuestro destino.
No es casualidad,
no es fortuito.
Escuchad a la verdad,
y todo ya dicho,
ahora seguidme,
y poneros en camino,
cuanto antes lo hagaís,
antes cumplireís el castigo,
si a vuestros corazones no escuchaís,
no escuchareís lo que digo.

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