sábado, 5 de abril de 2008

LA VERDADERA HISTORIA DE AMOR DE ENEAS Y DIDO.

"Cartagineses y troyanos alargaban la velada con amena charla, en tanto que Dido, la infeliz,dejaba entrar en su pecho, sorbo a sorbo, el amor, y hacía constantes preguntas sobre Príamo, sobre Héctor, y sobre otros mil pormenores de la guerra de Troya.("La leyenda de Eneas", Adaptación de "La Eneida" de V irgilio por Vicente Cristóbal)".

Os contaré una historia,

que ocurrió cuando la destrucción de Troya,

los protagonistas son Eneas y Dido,

del que surgió un amor prohibido.

Empezaré con la historia,

que ocurrió con la destrucción de Troya.

Eneas, joven guerrero,

tuvo que huir en vela,

y marcharse por las costas

puesto que así era mandado por los dioses,

en especial de su madre,

pero quiso el destino,

que llegase a Cartago,

donde allí moraba

su gran amor Dido.

Dido, reina de Cartago

suplicaba a los dioses

tener un hombre en sus brazos,

puesto que había perdido,

de forma trágica a su marido.

Y aquí comienzan sus amores,

cuando Eneas arribó en Cartago,

Dido se enamoró

de su talante gallardo.

Eneas conquistó a Dido,

y con Dido ocurrió lo mismo.

Así Eneas conquistado,

por la reina de Cartago

se quedó con ella en su palacio.

Le contó sus aventuras y desventuras,

su trágico desenlace,

y su huida con Anquises, su padre.

Dido, perdidamente enamorada,

confesó su amor por Eneas,

a su hermana,

que se llamaba Ana.

Así fue como que por voluntad de los dioses,

Eneas se quedó en Cartago con su amada Dido

y pudieron consolidar una unión, como esposa y marido.

Pero hete aquí que su felicidad no duró mucho tiempo,

quiso la fatalidad que los dioses se interpusieran entre ellos.

Un mensajero mandado por Júpiter

le tuvo que advertir a Eneas,

de su partida a Italia,

para que allí el reino fundara.

Eneas partió de Cartago,

sin avisar a su queridísima esposa,

y también reina,

pero Dido, conociendo las intenciones de su marido,

le pilló antes de que partiera hacia su destino,

y así habló a su marido:

¿pero qué haces, desgraciado?,

¿piensas partir sin más de Cartago,

creyendo que te favorecerán los hados,

y sin contar con que yo me he enterado,

y te puedo llevar de nuevo conmigo arrastrado?.

¿Y así me lo agradeces?

todo aquello que por ti he renunciado,

y te vas sin mí,

y me dejas sola y abandonada en Cartago.

¡Júpiter y todos los dioses!

_continuó Dido invocando_

yo que por vosotros he rezado,

y me he dejado toda la piel,

por mi Cartago,

y así es como me devolveís el favor,

llevándoos con vosotros a Eneas,

hacia el lugar que sea.

¡Os maldigo dioses!

¡os devuelvo todos vuestros favores!

habeís jugado con nuestros corazones

y a ti Eneas, os destierro para siempre.



seguiréis la voluntad y vuestros deberes.

Así Dido con estas palabras

se fue dejando a Eneas,

soltando amarras.

Pues Eneas ponía rumbo,

hacia un nuevo destino,

dejando atrás,

a su queridísima esposa Dido.

Entonces Dido,

le confesó a su hermana

que no podía vivir así,

sola y engañada,

que la crueldad de Eneas

la había dañado,

que jamás ser humano,

la había hecho semejante daño.

Así Dido sin contar con su hermana,

planeó suicidarse al alba,

cogió todo aquello

que pertenecía a Eneas,

y su lecho nupcial,

estaba entre ellas.

Así Dido, hizo un ritual

que pondría fin a su trágico destino.

Encendió una hoguera,

y se deshizo de todas las cosas de Eneas,

y por último, puso fin a su sacrificio,

acabó con su vida, con un mortal cuchillo.

Entonces Eneas despertó,

estaba sudando por toda la cara

aquella pesadilla casi acaba con su alma

y no estaba dispuesto a dejar,

que eso exactamente pasara.

De pronto una aparición

le sobrecogió completamente su alma.

Apareció su querida esposa Dido,

que le advertía de cierta desgracia

y que si no ponía de nuevo rumbo a Cartago,

lamentaría para siempre haberse marchado,

sin haber para nada,

con ella contado.

Entonces Eneas habló así a su fantasma:

¡Oh, fantasma cruel!,

¿por qué no me dejas?

yo no te he hecho nada a ti,

para que me siguieras,

y todavía aún sigues aquí,

amenazándome con tu presencia.

¡Maldita sea mi suerte, la de Eneas!.

por favor, vete de aquí,

y no vuelvas,

no quiero verte aquí,

ni de mí cerca.

Entonces el fantasma no se largó,

tenía que cumplir una promesa.

Pero quiso el destino,

que los dioses se lo llevaran de vuelta,

entonces una tormenta,

le impidió seguir,

y tuvo que darse la vuelta.

Volvió a Cartago con su amada,

que le estaba esperando preocupada,

entonces cuando le vio venir

cambió enseguida la expresión de su rostro,

entonces se fue hacia él,

corriendo con lágrimas en los ojos.

Por fin ambos se pudieron volver a reunir,

y ya jamás nunca se separaron.

Y colorín colorado,

este cuento se ha acabado.

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